Descripción
La estética de la luz es una de las estructuras de pensamiento más hermosas y originales de la Edad Media. Bajo profundos pliegues filosóficos y los trazos delicados de la más dulce de las teologías, sus impulsores fueron capaces de concebir y, en casos destacados, diseñar espacios orientados a la consagración de la luz como continuación natural y simbólica de la actividad divina.
Es sobrecogedora la cantidad de elementos que fueron necesarios para su desarrollo, cuya genealogía se presenta en estas páginas: la fábula de un santo y la construcción de un personaje legendario; una poética capaz de condensar en la fenomenología sensible de la luz la sabrosa variedad de las dimensiones divinas; un autor misterioso, responsable de su formulación más influyente y duradera; un director de escena, responsable, además, de la propuesta arquitectónica y plástica más emblemática del período; y, finalmente, un crítico, responsable de una poderosa alternativa escénica a la que finalmente triunfó en las catedrales medievales.
La historia de la estética medieval de la luz es así el relato de la dramaturgia de la luz. Ya centrara el foco en el evento de la iluminación sobre la delicada superficie de las gemas o en el haz de luz aconteciendo en radiante y total pureza sobre las humildades de un sencillo y desnudo altar, la distancia artística entre ambos dispositivos no implica una oposición necesariamente estética. Se trata más bien de dos maneras idénticas de entender el misterio divino y dos modos distintos de expresarlo dramatúrgicamente.





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