Descripción
Cada vez mayor número de personas, en su mayoría jóvenes, contemplan la sexualidad no como algo biológicamente condicionado, sino como una adscripción, una identidad electiva. Esto es, en sí, una conquista de los Estados democráticos de derecho, que debe ser celebrada.
La llamada filosofía queer es cuestión diferente. Bajo el pretexto de la defensa de otros modos de vida, se alega la arbitrariedad del dimorfismo sexual, llegando a negar el carácter natural del sexo. La ideología queer sostiene la posibilidad de que cada persona se autodetermine en su género, incluso en contradicción con su patrimonio genético y al margen de toda intervención institucional.
Este libro aborda filosóficamente el fundamento de las posiciones queer en lo jurídico-político, considerándolas contradictorias con las posturas de izquierdas de las que dicen provenir. Se sostiene que de un mundo fraccionado y desarticulado (un mundo nominalista, en terminología filosófica), centrado en la supuesta liberación individual, no puede surgir pretensión emancipadora alguna, sino solo un mayor afianzamiento de la hegemonía neoliberal.
La conclusión del autor es terminante: la solución no está en romper toda posibilidad de reconocerse en un sexo, en un género, en una comunidad, sino en purgar esos conceptos de sus connotaciones represivas.
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