Descripción
Las relaciones para las visitas ad limina de los obispos de Mallorca, Menorca e Ibiza, correspondientes al pontificado de Pío XII, muestran una pastoral episcopal poco sinodal, y vista desde la época franquista, en Menorca e Ibiza, restauran los templos, al tiempo que hacen frente, con una pastoral vocacional atenta a la escasez de presbíteros, la mitad de los cuales asesinados por los anarquistas. Desde Mallorca, se les prestan algunos ministros ordenados. Políticamente el obispo Miralles es entusiasta de Franco, y también los de Ibiza y Menorca, aunque matizan que la dictadura recorta los derechos de asociación. La pujanza de la Acción Católica, de las Congregaciones Marianas, Juventudes Antonianas, Seráficas, Oratorianas, las actividades escolares de las religiosas y religiosos, etc., ponen coto a la Falange, temida por su racismo. Las congregaciones religiosas muestran un insólito rostro femenino de la Iglesia, y, de hecho, se avanzan al incapaz Estado cuando capilarizan la sanidad, el servicio domiciliario a los ancianos y la escolarización de las muchachas. La pastoral sacramental aumenta, mejora la predicación y la catequesis, ambas en lingua patria, la catalana. Surgen los cursillos de Cristiandad, la Asociación de Médicos Católicos, la Hermandad de Obreros de Acción Católica y semejantes. El clero empieza a abrirse a la colaboración con Hispanoamérica. El turismo es visto como una amenaza a un catolicismo latino y de tonalidad agraria.
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