Descripción
Este es un breve relato de los últimos días de la vida de la hermana Luz María, de su fallecimiento y de los ritos posteriores a su muerte contados desde el asombro de un nuevo converso. Aunque parezca extraño, no es un relato luctuoso. Se cuenta en él la forma extraordinaria en que una monja contemplativa se enfrenta a la muerte… En paralelo, esta historia pone en cuestión nuestras sociedades “avanzadas”; cómo su olvido de la espiritualidad, su énfasis en el tener frente al ser la hacen incapaz de aceptar la vejez y la muerte…
“¡Cuántos emperadores habrán muerto aterrados!, ¡cuántos habrán perdido esa última batalla que, por otra parte, hemos de librar todos! Y ahí la tenemos a ella, Chiqui, la llamábamos —los que la conocisteis sabéis que era un nombre apropiado a su sencillez y su dulzura— que, en su absoluta pequeñez, en su absoluto vacío de sí (kénosis), sin nada en las manos, libró esa última batalla de la que hablo, con la dignidad de una princesa, con la sabiduría de un rabí, con la fortaleza de un guerrero… La hermanita Luz María, mi hermana, miró a la muerte a la cara y le sonrió, sin miedo, confiada, en calma.”
Valoraciones
No hay valoraciones aún.