El 22 de octubre del año 130, acaso justo el día de la fiesta que conmemoraba la muerte y resurrección del gran dios Osiris, el emperador Adriano y su séquito, entre el que destacaba su favorito Antínoo, estaban surcando el Niloen uno de sus muchos viajes por el oriente del Imperio. Tras una parada en Hermópolis, la ciudad de Hermes-Thoth, el bello Antínoo se precipitó misteriosamente en las aguas del río, muriendo ahogado a los 19 años de edad. No sabemos nada a ciencia cierta de las razones de este salto, al vacío de la eternidad, por parte del hermoso efebo que era el “erómenos” o amado del emperador filoheleno.
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