29 Camino del hombre a Dios. La teología natural de R. Sibiuda

31,00

 SÁNCHEZ NOGALES, José Lui

ISBN: 84-600-9159-7 
Fecha de publicación: 1995
566 págs. 
Dimensiones: 170 x 240 mm. 
Peso: 1052 g 
Tapa Blanda
Materias: Teología    


Descripción

El objeto de este trabajo es sacar a la luz el pensamiento de Raimundo Sibiuda, profesor catalán del siglo XV, que ejerció el «Magisterium Solemne» en la Universidad· de Toulouse, en el primer tercio del siglo, hasta 1436.
El trabajo se titula «Camino del hombre a Dios». En él se encuentran concentrados los elementos fundamentales de que se compone.
«A Dios». Es el punto de destino, el objetivo último al que apunta toda la estructura de este trabajo. La razón es que, en el pensamiento de Sibiuda, Dios es la estación término donde acaba la búsqueda noética y volitiva, y de donde mana, a su vez, la última fundamentación ontológica y ético-moral que provee de último sentido al hombre y a su mundo.
Todo el pensamiento sibiudiano, desde cualquier punto de vista que se analice, se encuentra tensionado en esta dirección noético-volitiva: al pensar sobre el mundo de las criaturas como un libro siempre abierto, o sobre el hombre como criatura culmen y letra mayúscula de ese libro, se percibe siempre un punto de fuga del pensamiento que hace experimentar una conciencia de defectividad e incompletitud hasta que no se remata el «camino» de ascenso a la realidad de Dios.
Dios es el final del trayecto itinerante de la criatura racional; de la realidad de Dios es de donde procede precisamente una fuerza de irresistible atracción que invita continuamente a la razón humana a pensar en una modalidad «itinerante», sin posible reposo, hasta descansar, al final del camino, cumplida la aspiración de la inteligencia a la intelección del sentido último de la realidad, y colmado el deseo de la voluntad de amar y sentirse amada, en el gozo fruitivo de un objeto de amor indefectible y plenificante.
Por esta razón, se comprenderá que el objetivo último de este trabajo sea la exposición y sistematización de la «teología natural» de Raimundo Sibiuda. Los dos últimos capítulos, VII y VIII, están dedicados a este objetivo.
«Del hombre». El hombre, como naturaleza donde se realiza la mediación noética y volitiva entre Dios y su obra -el mundo de las criaturas y el propio hombre como criatura principal- es, simultáneamente, el sujeto del pensamiento itinerante y el medio-método por el cual se realiza la peregrinación filosófica de la obra sibiudiana.
Si Dios es el blanco último al que se dirige todo el pensamiento, el hombre es el punto de mira a través del cual la razón humana puede dirigir con certeza máxima todos sus argumentos al verdadero centro de la diana, que es el que realiza la función de referencia última, por relación a1 cual puede ubicarse «ordenadamente» y »según la naturaleza» todo el resto de la realidad.
El hombre es, en el pensamiento de Sibiuda, el sujeto que, al buscar, piensa y, al pensar, construye una metodología de búsqueda que hace a su propia razón «caminar» a través de la propia realidad humana, que se hace así camino -es lo que significa método–, hacia su último punto de destino: aquel que explica la realidad propia y del mundo proveyéndola de último fundamento y sustentáculo, y la confirma y plenifica liberándola de la amenaza frustrante de la nada y dotándola de último sentido: Dios.
Pero el hombre sibiudiano no puede ser entendido al margen del entero universo creatural al cual pertenece como principal parte del mismo y como punto culmen de una escala ordenada donde dicho universo encuentra la razón última de su ser.
El servicio al sostenimiento del ser del hombre que realiza el mundo creatural inferior y la ayuda indispensable que presta al hombre para que pueda alcanzar su propio interior como punto de partida gnoseológico de su «camino» hacia Dios encuentra su recompensa al conseguir en el hombre cabal conciencia de sí mismo y capacidad de corresponder con alabanza al Dios que fundamenta su ser y sentido.
Si el hombre es, para sí mismo, el lugar de la mediación noéticovolitiva para el acceso a la realidad de Dios, el mundo creatural inferior al hombre es el lugar de la mediación gnoseológica necesaria para conducir al hombre al interior de sí mismo: punto de partida del último tramo del camino que goza ya de inmediata correspondencia con la realidad -racionalmente investigada y volitivamente anhelada- de Dios.
El hombre, inserto en el mundo creatural, es el segundo punto crucial del pensamiento sibiudiano. Se comprenderá ahora por qué a la realidad del hombre se le dedica todo un capítulo, el, V, donde se analizan los puntos claves de la cosmo-antropología sibiudiana como mediación indispensable para la construcción de la «teología natural».
«Camino». O sea, método. Pero el camino es algo más que un mero método formal de la razón para la investigación de la realidad. El camino implica no sólo a la razón, sino al hombre entero, cuerpo y espíritu, inteligencia y voluntad, razón y sensibilidad.
No se trata de un camino intelectual de la mente humana en busca de una verdad más o menos exterior y alcanzable como dominio de la realidad. Se trata de un camino total. Es el hombre entero el que se mueve a través del método, el que camina -«itinerat»- a la búsqueda de su definitiva verdad, tan altamente distinta de su propia realidad y tan profundamente grabada como «imago et similitudo» en la dimensión más noble de su ser creatural.
El término camino tiene para nosotros una significación fuerte. Implica un movimiento total del hombre entero en la dirección hacia la cual su ser apunta como por el propio peso de la naturaleza.
Mientras el punto de llegada de un método es la posesión de una verdad que se domina y que, por consiguiente, siempre es más pequeña que el hombre, el punto de llegada del camino es una verdad «semper major» que se perfila en el límite de la capacidad cognoscitiva del hombre, invitando a ser buscada, anhelada y amada, y negándose a entregar la entraña última de su misterio; aquella en la cual reside el inabarcable secreto mas allá del cual nada puede preguntarse.
Después de estas consideraciones se entenderá por qué la investigación metodológica ocupa otro capítulo importante de este trabajo, el VI.
El hombre microcosmos, el camino y Dios. He aquí la estructura que vertebra este trabajo.
Un hombre que vive inserto en un mundo-camino en continua tensión a la meta última, siempre buscada y anhelada, y nunca totalmente poseída ni abarcada. Los jirones de su verdad arrancados por el hombre, pensador y amante, dirigido por la razón y -de manera latente- por los destellos de luz revelada que proceden de la última y definitiva realidad, no pueden -a pesar del brillante optimismo de la razón- sino asomarse al límite de misterio incontaminado.
El vértigo de la razón, en el límite de su capacidad, sólo encontrará su sosiego cuando del arcón de la fe revelada, de modo latente e inconfesado, va sacando los conocimientos nuevos y viejos que le ayuden a cubrir la desnudez que sentiría de enfrentarse con la pura fuerza de su propia luz al arcano secreto que guarda la clave última del ser y el sentido de la entera realidad.
Hombre, camino y Dios. Son los tres elementos confesados y confesables por el filósofo catalán. El otro elemento, la fe sustentada por la revelación, inconfesado y oculto, rezuma, sin embargo, de manera persistente, a veces incontenible, por todas las articulaciones de la construcción racional de la Scientia Libri Creaturarum, seu Libri Naturae et Scientia de Homine.
Esta posición filosófico-vital es adoptada por R. Sibiuda en un ambiente cultural en el cual se había resquebrajado la hasta entonces armónica relación entre la fe y la razón.
Tras la grandiosa síntesis tomista la razón da síntomas de cierta fatiga y cansancio. Las semillas sembradas por el averroísmo y el nominalismo provocarán una reacción de doble dirección. La que apartándose de la vía racional se refugia en el conocimiento místico, y la que pretende devolver seguridad a la razón en su capacidad para acceder al conocimiento de Dios.
Sibiuda, inserto en la segunda dirección, adelanta los tiempos en los que la fe necesitará verse legitimada y confirmada por la razón; los tiempos de la fuga de los contenidos de la teología cristiana a los campos · de la metafísica y de la filosofía.
Por esta razón era inevitable dedicar una parte de este trabajo a ubicar al pensador en su ambiente vital-cultural: buscar las más importantes raíces filosófico-culturales que nutren su pensamiento y señalar los fenómenos ambientales frente a los cuales su pensamiento pretende sentar algunas bases de firmeza para la razón. El capítulo IV está dedicado a este menester.
No podía descuidarse tampoco la presentación del hombre y su obra así como de las fuentes empleadas en el desarrollo de esta investigación. Los capítulos I, II y llI están dedicados a cubrir esta necesidad.
El primero cubre un extenso estudio bibliográfico, que pienso es una de los más completos estudios realizados hasta la fecha. Incluye relación de los textos manuscritos, ediciones, traducciones, compendios y refundiciones de la obra del autor. así como un elenco de la bibliografía sobre el mismo disponible hasta la fecha.
El segundo capítulo pretende presentar la personalidad, patria, ocupación y obra de R. Sibiuda, y el tercero se ocupa de su obra escrita, presentando una división, distribución e índice de la misma, hasta la fecha no realizado.
En el epílogo se recogen los resultados más sobresalientes de esta investigación puestos a disposición de los interesados en el estudio de la Filosofía Española y más concretamente en esta figura señera del pensamiento catalán cuya estrella estaba últimamente algo en declive.
En síntesis, el objeto de este trabajo es la presentación sistemática de la «teología natural» (o racional) de Raimundo Sibiuda, vertebrada por los tres elementos fundamentales contenidos en su título. Los objetivos a que apunta el objeto general del trabajo se pueden sintetizar en tres.
Tras la grandiosa síntesis tomista la razón da síntomas de cierta fatiga y cansancio. Las semillas sembradas por el averroísmo y el nominalismo provocarán una reacción de doble dirección. La que apartándose de la vía racional se refugia en el conocimiento místico, y la que pretende devolver seguridad a la razón en su capacidad para acceder al conocimiento de Dios.
Sibiuda, inserto en la segunda dirección, adelanta los tiempos en los que la fe necesitará verse legitimada y confirmada por la razón; los tiempos de la fuga de los contenidos de la teología cristiana a los campos · de la metafísica y de la filosofía.
Por esta razón era inevitable dedicar una parte de este trabajo a ubicar al pensador en su ambiente vital-cultural: buscar las más importantes raíces filosófico-culturales que nutren su pensamiento y señalar los fenómenos ambientales frente a los cuales su pensamiento pretende sentar algunas bases de firmeza para la razón. El capítulo IV está dedicado a este menester.
No podía descuidarse tampoco la presentación del hombre y su obra así como de las fuentes empleadas en el desarrollo de esta investigación. Los capítulo I, JI y llI están dedicados a cubrir esta necesidad.
El primero cubre un extenso estudio bibliográfico, que pienso es una de los más completos estudios realizados hasta la fecha. Incluye relación de los textos manuscritos, ediciones, traducciones, compendios y refundiciones de la obra del autor. así como un elenco de la bibliografía sobre el mismo disponible hasta la fecha.
El segundo capítulo pretende presentar la personalidad, patria, ocupación y obra de R. Sibiuda, y el tercero se ocupa de su obra escrita, presentando una división, distríbución e indice de la misma, hasta la fecha no realizado.
En el epílogo se recogen los resultados más sobresalientes de esta investigación puestos a disposición de los interesados en el estudio de la Filosofía Española y más concretamente en esta figura señera del pensamiento catalán cuya estrella estaba últimamente algo en declive.
En síntesis, el objeto de este trabajo es la presentación sistemática de la «teología natural» (o racional) de Raimundo Sibiuda, vertebrada por los tres elementos fundamentales contenidos en su título. Los objetivos a que apunta el objeto general del trabajo se pueden sintetizar en tres.

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